lunes, 8 de noviembre de 2010

CHERNOBILEKO UMEAK: Buscamos familias de acogida

LOS NUEVOS NIÑOS DE CHERNÓBIL

Las familias adoptivas vizcaínas cambian las vidas de cientos de menores afectados por la peor tragedia nuclear, que cumple 25 años

LUIS GOMEZ



Las consecuencias de la catástrofe acaecida el 26 de abril de 1986 al sobrecalentarse el reactor número 4 de la central de Chernóbil continúan latentes. Casi veinticinco años después, miles de niños de Irpen e Ivankiv -las dos localidades más afectadas- siguen padeciendo las secuelas de la peor tragedia nuclear de la historia. Pese a no sufrir dolencias graves, tienen las defensas muy mermadas por la constante radiación a la que se ven sometidos. Sin embargo, las vidas de estos menores han mejorado notablemente gracias a los veranos que pasan en cientos de hogares vizcaínos. «Salir de la zona contaminada dos meses al año les aporta gran vitalidad para pasar con menos enfermedades el duro invierno ucraniano. Un catarro se les convierte en neumonía», afirman responsables de Chernobileko Umeak.

Muchos de estos niños llegaron a Vizcaya con la boca «destrozada» -«venían con los dientes de leche todos podridos»- y casi calvos. Hoy están más sanos. Lucen un «pelo precioso», pocas lesiones cutáneas y han dejado de sufrir hemorragias nasales. Se les ve también más felices por los vínculos emocionales trabados con sus familias adoptivas. «Ellas creen que mi nombre es ama y el de mi marido, aita», se ríe Joana Resmella, a la que se le hace un nudo en el corazón al pensar que Alina, una de 'sus' tres niñas, sólo podrá disfrutar de un verano más al rebasar los 17 años.

Chernobileko Umeak, que el año pasado acogió a 93 niños, reclama un esfuerzo para tramitar el mayor número de acogimientos. Pese a la crisis, confían en traerse, al menos, a otros 40 menores. «Todos necesitan salir, pero estos están muy necesitados». Algunos han sido operados ya tres veces de la vista. Pertenecen a familias muy pobres que subsisten con 40 euros al mes. Muchos comen las verduras contaminadas que recogen de las huertas. «Y suerte el que tiene dónde plantar algo», afirma Juanma Ortega, voluntario de la organización. «¿Que no coma estas setas? ¡Pero de qué vas! O las como o me muero de hambre», le soltó un día Irina a su madre 'adoptiva'. 'Esas setas', del tamaño de «balones desinflados» por los efectos de la radiación, es lo único que muchos se llevan a la boca. Además de patatas y berzas. Es su menú.

Oleksiy y Oksana Sohogub
«Quería ser soldado»

Yolanda Sánchez, profesora en el CIP de Sestao, se quedó estupefacta cuando fue a recoger al aeropuerto a los hermanos Oleksiy y Oksana. Tienen 12 y 10 años. «Aunque quería, no podía dejar de llorar», confiesa. «Tenían los dientes negros». Oleksiy llegó casi calvo. «A los once días de estar aquí, empezó a crecerle mogollón el pelo». Al principio apenas hablaban. Sólo se expresaban gestualmente. Pero estos niños tienen una capacidad extraordinaria con los idiomas. «Antes de dos semanas ya decían: 'pan, comer, dormir'». Al final del verano dominaban con solvencia el castellano.

En Ucrania viven con sus abuelos. Sus padres están separados. Su madre, víctima de violencia doméstica, rehizo la vida con otro hombre y sólo les ve los fines de semana. Oleksiy y Oksana, cuenta Yolanda, «adoran» a su madre biológica pero se les nota faltos de cariño. «El chaval, al principio, era ruso, ruso, ruso. Ahora, ya no tanto. Cuidaba, gritaba y corregía constantemente a su hermana. 'No te sientes aquí. Haz esto'. Hasta que le dije: 'Oleksiy, para cuidaros, ya estoy yo'». Yolanda siente pasión por el chaval. «Antes me decía que quería ser soldado. Ya no piensa en ello». En su país, afirma, no hace vida de niño. Cultiva la huerta y corta leña, además, claro, de estudiar. «Aquí le encanta construir maquetas de barcos y dibujar». Es muy sentido. «Sabe el problema que tiene en casa y sólo llora si me ve llorar a mí. Me pregunta '¿qué te pasa mamá?'». Sánchez tiene un sueño: «Quiero traerles aquí para que puedan estudiar. No sé si será posible pero voy a intentarlo», subraya esta 'madre de verano'. Así es como la llaman 'sus' niños.

Andriy y Ania Kovalchuk
Vivir sin agua

El hogar de Itziar Ybarra, de Galdakao, es también, desde 2005, el de los hermanos Andriy y Ania Kovalchuk. En Ivankiv viven sin agua y hacen las necesidades en un balde. A 30 grados bajo cero, los inviernos son duros. Comparten techo con sus cuatro hermanos y padres. Andriy trabaja fuerte. Sale por los bosques a coger setas. «Aquí es feliz. Se pasa horas en la ducha con el agua calientey tomando apuntes de cocina». Sale a la calle con tres manzanas en el bolsillo. «Peor es no tener nada», suele decir. El chico disfruta con el Athletic. Pasa parte del verano en Ronda. A la vuelta de la localidad malagueña, cambia «su comportamiento» y le atacan las «ansiedades» porque sabe que tiene que regresar a casa y que lo bueno «se acaba».

Alina y Mariana Tegay
«Hacía de madre»

Para Alina, el próximo verano será el ultimo con Chernobileko Umeak. Llegó en 2004 guapa pero «muy delgadita». Y pareciendo mayor de lo que era. Hacía de «madre con su hermana pequeña»». Va camino de la adolescencia y, como a otros tantos chavales, «les hacen creer» que viven a más de 100 kilómetros de la central cuando residen a menos de 40. Así se les transmite «una sensación absoluta de seguridad», opina la 'mamá de España', como le llama Alina a Joana.


3 comentarios:

* Naiara * dijo...

En primer lugar quiero darle las gracias al periódista Luis Gómez, que nos recibió con los brazos abiertos en la redacción y ha escrito este reportaje.

Esta mañana, he salido derecha de casa a comprar el periódico para ver estas fotos, estas frases...en definitiva, para volver a revivir esos momentos que pasamos todos los veranos junto a nuestras niñas y niños.

Me parece maravilloso ver como crecen, como mejorar y lo felices que son a nuestro lado.

Esta tarde, he tenido la oportunidad de ver como sonaba el teléfono de la asociación y las familias se interesaban por estas niñas y niños que tanto nos necesitan.

Está claro, que el trabajo bien hecho obtiene su recompensa y espero de todo corazón que este año podamos ver las caritas de esos nuevos peques que están esperando una familia de acogida en Ucrania.

Un abrazo a todas y todos los que hacemos posible CHERNOBILEKO UMEAK!!!

Anónimo dijo...

oso ondo zorionak
bea

Anónimo dijo...

HOLA ME GUSTARIA SABER DONDE TENGO QUE BUSCAR INFORMACION PARA TENER EN VERANO A UN NIÑO,A DE ACOGIDA.MUCHAS GRACIAS