martes, 26 de abril de 2016

XXX Aniversario de la Catástrofe Nuclear de Chernobil

Hoy se cumplen 30 años de aquel fátidico 26 de abril de 1986, día en el que el reactor número 4 de la Central Nuclear de Chernobil estalló, llevándose por delante la vida y la esperanza de muchas personas y de todo un país. La peor parte se la llevaron Ucrania y Bielorrusia, estados que aún hoy padecen las consecuencias de un accidente rodeado de un oscurantismo que no hizo sino acrecentar el daño en la población y el entorno. 

Así, las partículas nucleares conquistaron el aire, la tierra y el agua que hasta entonces habían sido de las y los ucranianos. Allí han permanecido todo este tiempo, y allí permanecerán durante miles de años más, formando una amenaza constante e invisible contra la salud de las personas que allí residen, formando parte, aunque de manera indeseada, del hogar de miles de ucranianos. 

Y como suele ocurrir en estas ocasiones, no son los más poderosos ni los que más tienen los que más sufren. Como suele ocurrir en estas ocasiones, son las personas más vulnerables, las que carecen de recursos, de medios, las que tienen que hacer frente día a día a esta situación. Y en especial son las niñas y niños los que más sufren las consecuencias que la radiación provoca sobre su salud, debilitando su sistema inmune. 

En este contexto nació la asociación Chernobileko Umeak, con el objetivo de atender la necesidad que tienen esas niñas y niños de abandonar temporalmente ese entorno contaminado, de alejarse de esa amenaza constante durante unos meses, permitiendo a sus sistema inmune recuperarse, recargando las pilas, y en definitiva, su salud. 


En éste XXX Aniversario queremos agradecer la labor de las familias de acogida y de las personas voluntarias, que de manera altruista desarrollan su labor sin ninguna contraprestación económica, teniendo que afrontar los gastos de viaje y manutención de las niñas y niños ucranianos.

También queremos agradecer a las familias ucranianas que, siendo conscientes de la necesidad de sus hijas e hijos de salir de la zona contaminada al menos 40 días al año, permiten a las familias de acogida disfrutar durante dos meses de su compañía y alegría. 

Tampoco podemos olvidar y tenemos la obligación de recordar a todas las personas que dieron su vida para minimizar, prácticamente sin medios materiales, las consecuencias de la catástrofe nuclear. Agradecemos, de corazón, su valentía y heroico sacrificio.

Por todo esto, queremos aprovechar este 30 aniversario para hacer un llamamiento a la sociedad, para recordarles que Chernobil sigue vivo, y necesita nuestra ayuda. Txernobil bizirik dago, eta gure laguntza behar du. 

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